Julian Román, o la esperanza de los feitos
Yo no soy particularmente bonito. Por ahí he visto que algunos, como el arte de confundir, han colgado fotos de cuando eran niños bellos– yo no fui lindo de ver ni cuando tenía dos años. Un fracaso de la estética. Un triunfo de lucifer que se burla de nosotros. Un susto para los pobres nenés que me acompañaron en el preescolar. Un trauma para mis padres, una carga para mis amigos de adolescencia.
Pero acá estoy, sigo vivo. Y, ya que no me gusta mentirme y los espejos tampoco lo han hecho (ni hablar de las cámaras fotográficas, que me resultan engreídas), siempre me he preguntado cómo demonios lo he logrado. Pues anoche vi Los Reyes por primera vez, acompañado de un amigo fanático a quien debo este post y muchas otras cosas. La luz se hizo ante mis ojos: entendí por qué mi fracaso, afortunadamente, no ha sido total.
El personajillo aquél cuyo nombre olvido, ese que dice “hoola, mi diosa coroná”, es un moreno más bien feito.
No es que sea un engendro como yo, pero no es nada del otro mundo. Pero, claro, en la comedia aquella que nos venden como telenovela (¿telenovela cómica? ¿cominovela? ¿novelicomedia?) se levanta a una señorita que no es nada desagradable. Y, encima, me cuenta mi amigo que el actor es novio de la supermamacita, del amor de mis amores, de la más buena en el calendario “Sueños del 93”, de Geraldine Zivic. Pucha, ¿qué tiene ese man que yo no tenga? (y no soy el primero en preguntarlo)
Pues pensándolo bien, tiene encanto, gracia, diversión, chispa, ángel, charme, actitud. Y por eso se levanta a la Zivic, y por eso hace el papel que hace, y por eso ya no es el hijo de Nadia. Claaaaaro! Entonces no llegué a ninguna parte ni hice ningún descubrimiento que sirva para nada, pero entendí que mientras se sea buena onda (o se aparente serlo, porque a ese man no lo conozco), algo se logra en el aspecto eróticoafectivo. Conclusión, mis amigos que lloran por viejas que no les paran bolas: en vez de seguir los manuales aquellos como el de el arte de confundir, o de preguntarse si hay química, o de buscar que su dinero no esté en el lugar equivocado, tomen clases de encanto. Y sean encantadores y nadie los va a parar. Nadie. Ni yo.
P.D. Sí, en el fondo estoy diciendo que tengo mi encanto. Soy engreído ¿Y qué?
P.D. 2. Ando lleno de ideas que postear. Se le agradece al amigo fanático, que en harto ayuda. La ventaja de conocer gente tan estúpida y desparchada como uno.
P.D. 3. Esta vez sí se pueden comentar - menos Aljuri, que me debe una pola.