La botica

Para discutir de todo...como en botica.

jueves, julio 05, 2007

Tortura en público

Acabo de llegar de la calle 72 con carrera séptima, del corazón de las finanzas colombianas. Lo que dice poco o nada, pero así es. Y estuve allá no sólo porque trabajo a dos cuadras (sí, lo acepto: trabajo en el corazón del sector terciario, de los servicios de alto nivel, de donde brotan yuppies y secretarias, del centro del consumismo y el capitalismo salvaje. Ustedes deciden) sino porque alguien decidió que ese sería uno de los epicentros de la protesta de hoy contra el secuestro.

No tengo ni idea de quién organizó las "marchas pacíficas" de hoy, ni de si fue patrocinado por polistas o uribistas, si los cacaos le metieron plata o fueron las ONGs de derecha o de izquierda. Me importa un carajo. Yo salí porque siento que tengo que expresarme y que lo que yo diga tiene muchas más posibilidades de ser valioso y ser oído si lo digo con más gente, al unísono, en colectivo. Tan demócrata, el cretino boticario.

Qué bonito fue, cuánto me me emocioné. Pero ¿y ahora?

Ahora como que ya me quité el peso de encima, aliviané mi conciencia, soy una buena persona y un ciudadano con conciencia cívica. Ahora puedo salir de nuevo a la calle, caminar por ahí, siendo el mismo de ayer y un anticipo del que seré mañana. Me manifesté, grité, compartí y nada cambió.




O bueno, quizás sí cambió algo: ahora me torturo con estas cosas ante un público, aunque sea cibernético, desde el corazón del capitalismo descorazonada, desde la capital de un país (??) pujante (??) y lleno de violencia (??), desde mi desencanto y mi apatía, desde mi escepticismo y mi optimismo. Lo que sí sé, es que no basta con quitarme ese peso de encima. Gritar y sacudir un pañuelo blanco en un ritual pacífico y democrático no basta. Pero tampoco sé qué debería hacer.

miércoles, mayo 16, 2007

Agroindustria

Mi trabajo es extraño, y me lleva a hacer reflexiones estúpidas, de esas que me gustan. Por algún motivo que aún no me queda del todo claro, tuve que traducir un texto que incluía el término "agroindustrial". Como a duras penas entiendo de qué se trata la agorindustria, y como mi inglés trama a todos pero njo dice nada, me metí el internerd, a diccionarios bilingües... y nada.

Como no me podía quedar varado grité, y acudió a mi ayuda todo un personaje: 175cm, 90-60-90, devoto de Sai Baba, amante de comer en restaurantes de 50 el plato, angelical y demoníaca. Toda una joyita. Claro, una joyita sagaz, que me llevó a Google y me mostró que sí, que había 67.832 referencias a la "agroindustry". Hasta acá, nada nuevo: un imposible amor fugaz, un nuevo dato inútil, una muestra más de mi pernicia.

Pero, desocupado que soy, empecé a mirar las referencias de la diosa Google (oh, Google, que defines qué existe y qué no) y descubrí algo que voy a patentar, que va a fundamentar una tesis postdoctoral y que me va a llevar a dictar conferencias por todo el orbe: hay una nueva clasificación de países.

Sí señores, ya dejamos atrás la división entre países desarrollados, países en vías de desarrollo y países subdesarrollados, entre países comunistas, países capitalistas y países noalineados; entre norte y sur. La nueva división, en la que la querida Colombia y los demás países latinoamericanos seguimos siendo de clase media (sin subsidios de los de arriba, explotados y cagados del susto de que nos quiten lo poquito que tenemos), es la de países agroindustriales. Ahí está la prueba, miren Google: la agoindustria está en Chile, en Ucrania, en Kosovo, en El Salvador. Supongo que en Irán y en Argelia puede haber. Pero nunca en Alemania ni en Uganda, en Australia o en Sudán.

Y ahora que pienso, cuando ya eché tanta carreta, resulta que lo único que estoy diciendo es que Venezuela, Argentina, Honduras y Colombia seguimos siendo unas "Banana Republic". Sólo que ya podemos denominarnos "Banana & Factory Republic"

jueves, abril 26, 2007

En comunicación con el Señor


Se fue la luz, ojalá no a todos se nos vayan las luces mientras anunciamos su muerte y proclamamos su resurrección...