Fútbol amoroso
Es curioso cómo las relaciones amorosas, eróticoafectivas, de pareja o como quieran llamarlas (putcha, es difícil darles un nombre adecuado) suelen aparecer en una gran cantidad de conversaciones, tanto propias como ajenas (sí, soy de los que si está aburrido en el bus se pone a oír a los de atrás ¿y qué?). Y en esas, debido quizás a la apreciación inicial de un amigo, y luego debido a las reacciones que ha tenido el señor ladoclaro al hablar de ello, me he ido dando cuenta de que la relación entre ellas y el fútbol es realmente cercana.
Veamos. Si a usted le gusta una vieja, todo bien, pero la pregunta de “¿y hay fútbol?” lo aclara todo. ¿La vieja le para bolas? Usted le gusta a ella? Claro, a veces lo que es evidente es lo contrario, que alguna señorita, normalmente con gran desatino, gusta de sumercé, amigo lector. Y entonces uno le pregunta “¿Y usted quiere fútbol?”. Podría seguir por este camino, hablando de cuándo se pregunta “¿Y cómo va ese partidito?” o, “No, ese partido se perdió” o “Bueno, no está claro, pero ahí vamos a tiempo extra, a ver si en penales lo logro”, pero lo interesante no es tanto eso, sino la forma en que las reglas del fútbol se dinamizan.
Porque resulta que acá a veces lo cogen a uno fuera de lugar y, pailas, le anulan un gol que ya tenía hecho. O que uno se gambetea a tres defensas rivales, y cuando ya se está perfilando para sacar el zurdazo, llega algún espectador malintencionado y le acierta con un botellazo: cabeza rota, convulsiones… incluso lo dejan fuera del deporte por algunas semanas o meses. Y luego llaman a eso “tusa”.
Por otra parte, está la siempre interesante posibilidad de jugar varios partidos en simultánea. Claro, unos parecen meros calentamientos y uno los juega con la suplencia o, aún más, con algunos juveniles, como por no perder la oportunidad de practicar un poco. Otros, en cambio, se sudan con toda, se manda toda la titular y el partido se prolonga incesantemente, lleno de jugadas exquisitas, de increíbles robadas de balón, de cambios de estrategia y de marca hombre a hombre. Como en supercampeones, los partidos duran incluso años, y nunca se van a penales a ver si se gana o no.
Y hay tácticas para los partidos: el jogo bonito de jugadas vistosas y efectividad variable (táctica Julián Román, mejor dicho), la férrea defensa que juega al empate o, quizás, a meter un gol de chepazo (esta la usan bastante las señoritas), el ataque desordenado y lleno de ollazos (propio de los borrachos)… Y también hay estrategias: meterle la titular al primer rival que se enfrenta, encarar la temporada eligiendo cuidadosamente el planteamiento de cada partido para despistar al enemigo, jugar varios partidos a la vez, usar nóminas mixtas. En fin, ustedes lo dicen y existe.
A la larga, este post no sirve de mayor cosa. A menos, claro está, que estén metidos en alguno(s) de estos cuentos (y ¿quién no lo está? Así sea pasando el guayabo de una derrota), y que pensarlo como fútbol les deje ver nuevas opciones o, por lo menos, los haga verse como lo ridículo que somos.
P.D. Sí, feliz navidad y feliz año y demás. Pero todo sigue igual
P.D. 2: Bueno, no, es momento para pensar qué queremos hacer en el 2006. Yo, dormir.
P.D. 3. El mejor deseo de feliz año para Juana, eso sí.