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martes, enero 10, 2006

Reseña (estúpida, claro está) del 31

El 31 es una gran fecha. Memorable, si señores. Llena de familia: un tío que se queda dormido con un vaso de trago posado en su inmensa panza, y que boquea en la sala mientras los demás departen tranquilamente, un primo púber que quiere dormirse de último porque sabe que el anfitrión guarda viejas revistas porno, un abuelo senil y medio lunático que insiste en que no es 31 de diciembre sino de octubre y hay que esconder el árbol de navidad porque es una costumbre extranjera. Y amigos: una vieja amiga del barrio que no veías hace 18 años y ahora está a punto de encerrarse, borracha, en el baño con el más perro de tus amigos, un compañero de la universidad que siempre te cayó mal y tiene halitosis y que insiste en que bailar con otro hombre no implica nada, así sea un reguetón bien perreado, el amigo de toda la vida que anda desempleado, con una novia fea y mamona y sólo tiene razones para llorar y no esperar nada mejor del nuevo año.

Luego viene la comida: tamales inmensos y con poca carne, perniles de cerdos sin mayor chiste, las sobras del pavo de Navidad, lechona. Alguna ensalada preparada a última hora por si se llega a aparecer algún comedor de tofu. El común denominador: todo está bastante insípido y bastante seco, con lo que toca mojar el gaznate a punta de licores, quizás adulterados. Ah, y licores: aguardiente como buen colombiano, champaña para las doce de la noche, güisqui para dárselas de lord inglés o contrabandista guajiro, ron para ver si sirve de abrepatas. Y, claro, los postres para las tías glotonas, todos a base de leche: arroz con leche, leche asada, tres leches, leche de cabra, leche de oveja, leche de búfala. Leche y más leche. Buaj.

Ah, los pinches agüeros del 31. Calzones amarillos al revés, y me los vendieron muy chiquitos y de vieja en la maldita feria del calzón y solo cuco. Ni les cuento los malabares que tuve que hacer para depositar en su lugar lo que mi cuerpo dejó del tamal santandereano mezclado con tolimense. Luego las uvas a las 12: creo que conté mal, por culpa del exceso de alimentos, y encima al tratar de comérmelas, brindar con mi primo y abrazar a una amiga de la amiga de un amigo que está como Geraldine Zivic, terminé echando el trago al piso, pisoteando a la niña y atragantándome. A las 4 de la mañana todavía me daba por escupir pedacitos de piel verde. Claro, y las papas: a todos nos salió la pelada, hasta que alguien se dio cuenta de que algún bromista había pelado las tres. Lentejas en los bolsillos: al lavar el pantalón se cocinaron, y empuercaron toda la ropa. Corrí una vuelta a la manzana, pero el lugar donde estaba queda a las afueras de la ciudad. Aún estamos buscando al primito de tres años que salió corriendo detrás de nosotros.

Yo no sé si soy mamón, pero en últimas no me gusta esta vaina. El primero de enero arranco el año con guayabo, indigestión y una cansancio brutal. Pero en mi camita, y eso es lindo.

10 comentarios:

Anónimo dijo...

hola! hace rato no pasaba por acá...y bueno, mi 31 estuvo algo diferente, pero no faltó el hermano del amigo de mi papá que me sacaba a bailar pasodoble, el hijo adolescente de unos amigos de mis papás sacándome a bailar reggaetón (asi se escribe?), la comida seca e insípida que nunca falta...y de resto creo q me comí por mucho 4 uvas...y donde estaba hacía mucho frío así que no di la vuelta a la manzana. El 1ero no estuvo tan mal como otros años...

Ciudadano Tipico dijo...

Con todo lo que cuenta suena ud como un Reyes de pura cepa, de esos que son reales y que ameritarian la ya cliché afirmación de representar lo más autoctono de un colombiano de verdad, verdad.

Y por demás. Lo de la amiga de hace 18 años encerrada en el baño con el más perro de todos sonó especialmente espeluznante.

Mr Brightside dijo...

Que embarrada lo de su primo Lewin, y lo de sus uvas, y lo de su amiga, y lo de sus revistas porno, y lo de su abuelo, y lo de sus heces (que no era del todo necesario), y lo de los postres, y lo de su primero de enero.

Viendo el Brightside, al menos le dió a este pelmazo un motivo para reir mucho.

Eso sí, va a tener ue presentar al clon de Geraldine...

Saludos

Federico De la Regueira dijo...

Pues bien... Llega el momento en que se extrañan esas atrocidades rituales.
Aunque no me quejo del mio, bastante diferente al suyo, pero igual sin ser realmente especial.
Un saludo socio.

Ange dijo...

De acuerdo con el ciudadano, tu familia fue inspiración para los reyes?
Aun no puedo sacar de mi cabeza la imagen del señor lewinsky metido en calzón amarillo, me parecen atroces, peor comprado en solo cucos y mas aun cuando la talla es equivocada y no posiblemente no quepa el cuerpo del delito.

Tal vez hoy sueñe contigo

Unknown dijo...

hello!!
dE ACUERDO CON CIUDADANO, PARECE FAMIILIA REYES, PEGELE!!!
MENTIRAS CREO QUE MI 31 ESTUVE ALGO ASI Y BUENO SOBRA ACLARARA QUE NO FALTA LA TIA QUE ES SOLTERONA Y QUE HIZO MILES DE AGUEROS PARA ESTE AÑO CASARSE.. PERO YO CREO QUE VA ES A CAZAR PATOS, POR QUE NO VEO MAS...
y bueno creo que lo rescatable para usted, fue el clon de Geraldin..

Cristina Vélez dijo...

Que obsesión con "Sueños del 93" la verdad, Geraldine Zivic parece una Barbie y parecerse a una Barbie no es chévere, al menos de que seas una niña y tengas 5 años.
El año nuevo es chévere si uno le pega a la fiesta que toca. Este año encontramos una buena fiesta en Guasca, Cundinamarca. Parecía improbable pero lo logramos: comida realmente buena, mucha champaña, excelente música.
La nota farandulera de la noche fue contemporánea de sueños del 93, como tus fantasías: estaba la hermana bonita de Silvia de Dios...no me acuerdo como se llamaba pero era muy bonita, aunque fue con un gordo feo, maluco y borracho que hizo las veces del tío mamón.

Anónimo dijo...

feliz año lewinzky.

Anónimo dijo...

Iba a poner lo mismo de la gata ... pero al revés...

Que buena forma de empezar el año!

(así ya no puede ser nada peor).

Lo dijo el de la regueira: Ya llegará el día en que extrañe esos rituales.

Anónimo dijo...

Para mi es peor el 1ro. de enero.
Levantarse como al medio día, ver los estragos por toda la casa, verse al espejo y la panza unos centímetros más prominente, ir a la cocina y ver que el menú ofrece sólo sobrados, entrar al baño y ver la evidencias de lo que pasó entre la amiga de hace 18 años y el amigo perro, ver las marcas de ese calzón amarillo apretado...
Insisto, para mi es peor el primero.