Para discutir de todo...como en botica.

jueves, septiembre 15, 2005

Dios los crea... (2)

Para muchos, no pasaba Turbay de un político astuto, de generosa memoria, bueno para alcalde de provincia (bueh, se le nota su mano en la metrópoli que es Girardot. Justo para cuando fue alcalde esa ciudad perdió su condición de puerto de Bogotá sobre le Magdalena, pero bueno, ahí esta El Peñon)y para secundario diputado departamental. Y tenían razón (Y la siguen teniendo). Pero ese era el hombre de aquella hora, que a la siguiente no aspiraba sin justicia a ser un buen congresista (Doble negación, que siempre me jode...¿al fin qué? ¿Su aspiración era justa?). Y cuando quería ser de los jefes del Partido Liberal, para sorpresa indignada de quienes lo habían medido no mucho atrás, probaba que también exhibía títulos para esa nueva conquista(En suma, el viejo era un perro). Y llevaba, además, la invencible ventaja de conservar el secreto de cómo llegar a una Asamblea (Lo dicho: era un politiquero de miedo ¿o cómo creen que funcionaba eso hace 50 años?).

Se dijo de Turbay Ayala que fue nombrado Ministro de Minas y Petróleos por error de una secretaria (a esta mujer hay que encontrarla y decapitarla. la de males que le debemos...), que confundió su nombre con el de otro de su apellido (Pero ¿acaso hay tantos Turbayes en Colombia? Se nota que le tocó durito, al Julio César), solo que conocedor a fondo de aquel extraño mundo de la riqueza subterránea. Para su gloria, quisiera cierta la especie del error (este lenguaje barroco me empieza a desesperar). Porque de Minas y Petróleos aprendió lo suficiente para conseguir luego, cuando fue Presidente de la República (¿Cómo, de presidente no tenía ministro de minas?), solo estas tres cosas: una política petrolera, que permitió firmar los contratos de explotación de Caño Limón, Cusiana y Cupiagua (de esto no sé, pero sospecho); darle vida formal a Carbocol (que ya fue vendida), y llevar al terreno complejo de la realidad la vieja ilusión de Cerromatoso (todavía más vendido, en este "terreno complejo de la realdiad"). Como quien dice, que hoy vivimos del petróleo, del carbón y del níquel inventados por un Presidente que aprendió del asunto cuando llegó al Ministerio por equivocación mecanográfica (ah, yo no sabía que Turbay fue "arquitecto" del destino minero de Colombia. Pero ¡qué gran homre, si incluso nos regaló el petróleo!).

Lo recordarán la Historia (pucha, con H mayúsucula y todo, debe ser que sólo hay una historia y tiene vida propia) y la memoria agradecida de los colombianos (me empiezo a sentir poco colombiano, como me suele pasar últimamente), como el hombre que supo derrotar a la guerrilla (sin duda, el apunta más fino, de mayor sentido del humor y realmente mordaz), con el coraje de un titán (¿los titanes eran corajudos? ¿Tuirbay era valiente?), la sagacidad de un político de pasmoso tino (Sagaz, sagaz, lo que se dice sagaz, no lo creo) y la finura moral de un gran jurista (¿Será que el autor es jurista, y bien inmoral?). El Estatuto de Seguridad ha traído al anca la leyenda negra que suele acompañar las grandes gestas (Dicen que la mayor gesta de la historia de Colombia fue el cruce de los Andes por el "Ejército Libertado", y no le conozco leyenda negra...). Pasados veinticinco años de su vigencia, siguen pendientes las pruebas que prometieron los pregoneros de la mentida infamia (Bueno, los que sobrevivieron, no? Igual miren el blog de Don Tomate...).

Por esa obra cumbre de su Gobierno (bonita, esa gran obra), Turbay venía siendo admitido en los anales de la Historia (esta vieja recuerda y tiene anales. Con razón a veces le hacían estatuas) como un hombre muy rudo (¿rudo y de corbatín?), de rigores extremos y desafiantes (bueno, el corbatín sí es extremo, y desafía la estética), incapaz de la obra serena y sutil de un gran político, pero al fin y al cabo útil en la encrucijada donde el destino se encontró con su ambición (lindo, eso. Un encuentro del destino con la ambición. pero no entiendo un carajo). Nuevo error (¿Turbay nunca dejará de sorprendernos?. Ese Turbay (¿era el primo?), que no era otro que el que desafió entera a Latinoamérica en el caso de las Malvinas(claro, que man más rudo: se alió con el Reino unido y con los Estados Unidos contra Argentina...), pero al que le sobró corazón y paciencia para admitir su derrota en la Embajada de la República Dominicana (No entiendo: ¿perdió ahí pero derrotó a la guerrilla? ¿Cuándo, cuando le robaron los fusiles del Cantón Norte?), tenía nuevas sorpresas para sacar de la mágica caja de su capacidad de transformarse (Todo un camaleón. ¿No les suena a nuestro presidente-candidato?). Cuando tuvo que llorar, con el corazón partido en mil pedazos ante el cuerpo inerte de su hija adorada (y ahí "tuvo que llorar". Definitvamente era rudo), sacrificada porque era su hija, dio una lección de entereza, de valor cristiano, de grandeza moral, que nos llevó al aprendizaje de que la compasión es aún más grande que toda la violencia que pueda caber en el corazón de los malvados (A mi me late que el man ya se había pillado que la vaina con la guerrilla era un poquito más complicada que torturar a un poco de izquierdosos en las caballerizas. Y que la cuestión del narcotráfico algo tenía que ver con todo esto. Pero no sé, a lo mejor si era un dechado de virtudes y un gran imbécil).

Y lo mejor estaba por llegar (Excelente! Esta biografía no tiene pierde). En estos días que pasaron, en la cumbre ya cercana de sus noventa jóvenes años (bonita paradoja, altamente lírica), apoyando la reelección del presidente Uribe, Turbay Ayala enseñó grandeza de espíritu(¿por no haberse metido en el camino de Uribe, proponiendo su propia reelección?), visión de profeta (esto sí que no lo entiendo ¿Acaso qué dijo del futuro? ¿"reelección o catástrofe"?), talento de conductor (conductor de mula, sería) y su eterna vocación de líder. ¿Algo más le faltaba a su grandeza?"

Lindo, no? Y esa pregunta final, que nos lleva a mirar al horizonte infinito, y a suspirar, una vez más, por una Colombia en paz, con Uribe perpetuamente reelecto y Telmex dueño de nuestros teléfonos.

8 comentarios:

Mr Brightside dijo...

Changos Lewin que ciego he sido siempre. Ahora cada vez que vaya a hacer uso de cualquier combustible fósil, agradeceré en mis adentros a la gestión salvadora de nuestro difunto expresidente.
Y el corbatín es muy rudo, no ve que casi siempre era rojo sangre con pepitas blancas?
Saludos y felicidades por su grado...

Anónimo dijo...

No creo que este ilustre caballero sea tan digno como para que le dedique dos partes de su blog. Bueno, parece que si era lo suficientemente simpático y cínico.
Mejor hacerlo, para contar una nueva historia que se convierta en la Historia.

Anónimo dijo...

Lo peor de la muerte de Turbay es que López sigue vivo.

Anónimo dijo...

La retórica barroco-colombiana propia del perseguido hiperministro (todos sabemos quién es) sucumbe ante el coqueteo dulzón de tu irreverencia. Sigue por la senda, boticario!! Habrá que ver qué dice el Hiper cuando muera López...

Anónimo dijo...

Dicen que cuando López habla, pone a pensar al país. ¿Será acaso porque nadie le entiende y todos hacemos un esfuerzo colectivo por descifrar su mensaje?

David Motta dijo...

Muerto uno, faltan 4. Un saludo

Anónimo dijo...

Oe Foucault:

Faltan Cinco, no?

Lewinski dijo...

Alabado sea Pericles! Ha sido el úncio en hallar la voz del hiperministro londoño Hoyos tras esta elegía.... se ganó una cerveza!