Mosquitos... muertos
Fin de semana en lo que los del altiplano llamamos “tierra caliente”: piscina, cerveza, las amigas en biquini (“pucha, tienes estrías”, “”que cuerpazo el de la novia de este idiota”), los amigos con ganas de andar en bola todo el tiempo (“me da miedo entrar a mi cuarto… este man lleva veinte minutos ahí metido”, “uy, ¡tengo más barriga que El Gordo!”), la locha. Todo lindo, todo hermoso. Yo, incluso, me suelo desenamorar y reenamorar y desenamorar y reenamorar cuando ando por allá, y la paso más sabroso, sin problemas ni frustraciones. Y leo. Me siento culto y bello y todo.
Hasta que llega el romántico atardecer y un amigo apercolla a la buenona (y, por lo general, termina siendo rechazado) y otro amigo se va a dormir la borrachera y una amiga se aleja caminando, atrapada en una eterna conversación por celular con su novio adorado que desafortunadamente no pudo ir, y alguien lee a Paulo Coelho o Walter Riso o Brian Weiss… o hasta a Deeepak Chopra (uy, así con hartas es que suenen como las íes en español, suena a dejota ochenteno) ¿Y yo? Yo soy, lenta e imperceptiblemente, devorado por los mosquitos.
Primera anotación: la verdad, no tengo la más remota idea de si quienes se alimentan de mi sangre son mosquitos, jejenes, zancudos, o extraterrestres que le robaron al chavo pastillas de chiquitolina. Porque la verdad es que ni los veo – y si los viera no haría mayor diferencia para identificarlos, porque de biología pocón, pero podría iniciar la lucha artesanal y desde siempre perdida del hombre contra el insecto.
Segundo punto: yo me echo a la piscina, discurro sobre los ingredientes de la ginebra, debato la existencia de un momento indicado para disfrutar cualquier canción que exista en el planeta, recuerdo lo linda que te veías esa mañana en tu baño. Hago de todo un poco y mucho de nada, como gusta, y no me entero del festín que se están dando los bichos infames gracias a la delgadez de mi piel y a los nutrientes de mis alimentos. Así que sí, me comen y yo ni me antero. Espero que sean los únicos.
Tercera cosa: aparte de que esconden su identidad y son tan furtivos como un ladrón de la Pantera Rosa, no hay nada que pueda contra ellos. Nada. Ni los aparatos eléctricos que emiten un silbido, a veces imperceptible para el hombre y otras veces parecido a una tortura de siglo XXIV, ni el famoso jabón nopiquex, ni las mil y un marcas de repelentes. Algunos dicen que la tiamina, pero si uno se echa de eso huele a plástico quemado a dos metros de distancia, así que ahí ningún animal se lo come a uno. Ni un humano… y pues tampoco.
¿Así que solo nos queda ir, gozar, y luego sufrir de las consecuencias? ¿La piquiña de los días siguientes es tan inevitable como el guayabo del domingo? ¿Si me echo luego menticol o Cruz Azul® (“cuando pica, pica, pica, cuando rasca, rasca, rasca”) o limón en polvo o Caladryl® (“si te pican o te rasca, si te quemas con el sol”), me va a dar lo mismo? Pues no.
No, señores y señoras, damas y caballeros. Por fin, después de más de un año, se va a entender el nombre de este chuzo: el boticario, fiel a su profesión, les trae un remedio, una cura, un alivio para que pueda ir al estudio, al trabajo o al salón de belleza sin convertirse en el hazmerreír debido a sus extraños movimientos y muecas de placer al rascarse.
Se ha vendido la baba de caracol, la placenta de pato, la gelatina de pata. El boticario, conciente de sus limitaciones, les trae el mejor invento contra los bichos: el moco de rinítico. Untado sobre el cuerpo, no hay bicho que se acerque y logre picar – es más, se quedará ahí atrapado y usted, niñoseñorseñora, tendrá el placer de verlo morir. Su color untuoso verde le brinda la elegancia que necesita. Como si lo anterior fuera poco, su alta concentración de agua permite que las quemadoras en su piel sean rápidamente aliviadas. Se efectividad está comprobada ¿o alguien ha sido picado inclementemente cuando va a tierra caliente y tiene mocos? ¡Que alce la mano y levante la voz el que lo haya sufrido! ¿Ven? Nadie.
Se reciben pedidos por este medio.
P.D. A ver si me dejo de comer los mocos, y más bien me pongo algún dinero extra.
9 comentarios:
Hay una falta de unidad en el tono, no puedes decir cosas lindas como "recuerdo lo linda que te veías esa mañana en tu baño" en una diatriba sobre los mosquitos invisibles y el "jejen" y el remedio mágico que descubriste. No nos confundas, te reclamamos tus lectores...
Boticario, soy asidua lectora de tu blog pero como dice Cristina. me confundes. A veces eres el más dulce de los poetas, otras eres tan banal, infantil y predecible que eres igual a todos los hombres. Sin embargo soy de las que todavía creen en el amor, y en mi corazón permanecen las palabras de tus antiguos "posts". Quiero verte y para eso necesitamos una cita. Si te interesa escríbeme a camidavila84@hotmail.com
que bueno verlo por aca otra vez.
Si venden secreciones de molusco ... de humano deben ser más vendibles. Ponga usted "secreciones de Natalia París" y verá que eso debe vender más que la baba de Caracol y los embriones de pato juntos.
O si no, mire ésto.
Y no sólo tiene fanaticada ... sino exigente y lanzada!! Todo un éxito don lewinsky. Y usted dizque abandonando el establecimiento ...
ay mi botica, creo que más divertido que su post fueron los comentarios de sus lectoras ofendidas... jeje eres igual a todos los hombres... pues si, todos somos banales y hablamos de mocos y mas... pero que hacemos? y al final les gustamos asi y todo
Ja! pero con todo y lo mocoso le piden citas!!!!
Cris: me jodiste
Camila: me subiste el ego
Vrolfak: me aburriste
Patton: me divertiste
Yago: me confundiste
Titania: me asombraste
En serio, esos paseos de los gomelos bogotanos como usted, son una completa mamera, pero de todas formas sigue siengo mejor ser rico que pobre.
Y será que sirve para la caída del pelo?
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