Para discutir de todo...como en botica.

jueves, abril 20, 2006

Despedida

No me cansé de hablar mierda, ni de escribir pendejadas, ni odio a alguien ni me persiguen fantasmas bloguerísiticos. Sencillamente ya no me dan ganas de sentarme a escribir para el blog, ni de publicar cosas. Quizás otro día regrese, no sé. Pero esta botica se cierra. Muchas gracias a todos, muchas saludes a todos, todo a todos. Hubo buenos aportes y una sana mamadera de gallo. Que se la gocen.

lunes, abril 03, 2006

Días de viento

Han vuelto los días de viento. El polvo de la calle entró otra vez en mi casa: las ventanas crujen cuando las abro, la ropa blanca ya no existe, hay polvo entre mis manos y mis cosas. La gente camina ligermante agachada, como si las atacara un frío que siempre viene de frente, y el gato de mis vecinos nunca volvió a visitarme.

Yo decidí que lo mejor es esconder las fotografías para que no se rayen con la arena que vuela, perezosa, iluminada por los pocos rayos de sol que entran. También conseguí pedazos de tapetes viejos para impedir que entre el polvo por el marco de la puerta y por las grietas del techo. Viene el polvo, y todas las mañanas amanezco bañado en él.

Con el viento vuelan también las hojas, que se arremolinan en las esquinas y se confunden con la basura, que vuela también al viento. Se estrellan, se arrastran hojas y basura, y los niños, riendo, corren entre tantas cosas voladoras. Yo, por mi parte, cierro los ojos y las ventanas.

Y el viento trae sonidos lejanos; se confunden el llanto de alguna mujer solitaria con el insulto de un borracho a sus amigos. Una nueva razón para clavar maderos en las ventanas, para taponar los agujeros del techo, para calentar agua y prender la chimenea.

Como pueden comprender, no se trata del viento, que es sólo un signo, un guiño de la naturaleza; es que creo entender que el viento anuncia un desastre. Y hay que preparase, porque la devastación y la muerte me van a encontrar fuerte y grande, listo para lo que venga después, que será un mundo sin polvo, sin ojos ni ecos de llanto. Así, preparado y sin miedo, me enfrento al viento, con mi casa preparada para que nadie entre, ni los fantasmas ni los lamentos, ni la devastación ni el desastre. En esta casa sólo hay espacio para la ilusión.